8 oct 2007

XXXI Parte




No quise responder, me senita tan avergonzado que ni siquiera podía mirarlo a los ojos.
-Para serte honesto solo te recordé cuando la rechacé directamente, cuando ella me preguntaba por que no la aceptaba, en esos momentos tenia la rosa que me habías entregado, porque la tenía en mi bolsillo-
-Lo siento, no debí haber preguntado algo tan absurdo-
Gabriel sonrió tiernamente, se acerco a mi y tomo mi rostro con sus delicadas manos, toma mi mentón y levanta mi cabeza
-Mírame, déjame mirarte, eres hermoso. Ahora que rompí mi compromiso y no me volverán a comprometerme, consideraras ser mi pareja-
-¿Aun lo deseas? Comparado contigo, No soy la gran cosa-
-tonto, no te dejes influenciar por el resto. No soy la gran cosa, tal como sabes y como te he dicho soy un tipo normal-
-¿Puedo pedirte algo?-
-Dime-
-¿podrías besarme?- dije con vergüenza
-Pensé que nunca lo pedirías. Me haces feliz-
Sus labios se acercaron lentamente a los míos y los rozaron suavemente, un beso delicado que termino en forma rápida.
-No lo hagas, no termines- susurre
Gabriel sonrió y me abrazo – ojalá fueses mi prometida-
Yo reí. Me beso nuevamente, pero de forma apasionada, introdujo su lengua que empezó a revolotear dentro, intente mover la mía para juntarla con la suya. Lo abrasé fuertemente, ya que sentí que podía caer. Fue un largo beso, fue tal como lo deseaba. <> pensé.
Así pasaron días, semanas y meses. Siempre después de clases iba al jardín a pasar el tiempo con Gabriel, nos habíamos vuelto amigos, hablábamos de nuestras vidas, sobre nuestras experiencias en las clases, pero nunca me hablo sobre su familia, yo siempre le contaba sobre la mía, pero el jamás hablaba de la suya y siempre que yo se lo preguntaba el evadía el tema.
Pero pronto vino la navidad y nos darían unas semanas para ir con nuestras familias a excepción de algunos.